domingo, 12 de febrero de 2012

Prólogo: por una mirada, un mundo

Dos miradas que se cruzan equivalen a dos vidas que, peligrosamente, se acercan. Puede que esa mirada no signifique nada. Es más, puede que te topes con los ojos de alguien a quien no conoces (o, al menos, eso es lo que tú piensas). Y es que el mundo es un pañuelo, y no sabes cuándo ni dónde vas a encontrar a alguien especial, y tampoco sabes si con esa persona especial tienes mucho más en común de lo que hubieses imaginado.
Por eso, siempre digo que dos miradas que se cruzan equivalen a dos mundos que entran en paralelismo y, cuando esas miradas desembocan en una sonrisa por parte de los rostros de los afortunados, es cuando las líneas paralelas se convierten en tangentes, chocan, y podemos saber que, esos corazones, irremediablemente, ya se han aferrado al otro con desespero y se han sentido palpitar. El siguiente nivel es susurrar esas primeras y tímidas palabras, y cuando ya está hecho, sabes que ambos mundos, por desiguales que parezcan a primeras, van a acabar por unirse; da igual cómo. A veces, esa forma de chocar dos vidas resulta de lo más mundana y corriente. Otras, tan compleja que no haces más que preguntarte, día tras día, si conoces realmente a la persona o simplemente es fruto de tu imaginación.
Cuesta trabajo hacerse la idea de que estás sola y, de pronto, aparece alguien en tu vida que lo soluciona radicalmente en apenas unas semanas. Es una sensación extraña, y a quien diga que no lo ha experimentado nunca no hay que creerlo, porque miente. Es algo por lo que todos hemos pasado, en mayor o en menor medida…
¿Nunca has tenido la sensación de que el destino se burla de ti? Yo sí. Constantemente. Pero éste no es el momento de hablar de ello, puesto que simplemente estoy dando una pequeña introducción a lo que está por llegar.
Empezaré por decir que esa mirada, en mi vida, pertenece a un chico.
Y su propietario no es una estrella del rock, ni un actor de cine, ni un joven con dotes de escritor. Es un chaval, un adolescente que sueña con ser todas esas cosas, pero que sabe perfectamente que jamás llegará a nada de eso. El propietario de esa mirada es un chico del montón, y tiene por nombre Adrián.

lunes, 3 de octubre de 2011

Otro inicio igual

Como siempre, una introducción... un inicio. 
Pero yo no sé cómo empezar. ¿Decir cómo me llamo? ¿Por qué estoy aquí? Todos empiezan así... Ya es repetitivo. Aunque, de algún modo, tendría que hablar de lo que voy a colgar aquí, en este blog.

Primero de todo, presentarme a mí misma. ¿Quién soy? Simplemente una chiquilla que sueña con llegar a poder descifrar, a base de palabras, sus sentimientos más profundos. Soy alguien imperfecto; una persona que puede que jamás llegue a cumplir su sueño, pero al menos, que no se diga que la señorita no lo intentó. 
Debo decir que soy una persona que he cambiado bastante con el paso del tiempo. Me he curtido, y he aprendido que la vida no se mide a base de sueños... sino de las veces que intentas alcanzarlos. Puede que nunca los consigas, pero eso no te dejará mal sabor de boca si lo has intentado al menos.
También me gustaría añadir que, hace poco, tenía expectativas de gran escritora; ahora, simplemente pienso que, si mi trabajo gusta, por pocas personas que sean las que lo hayan leído, puedo darme por satisfecha. Hay muchos como yo; gente con más talento a la hora de escribir o inventar historias, y sin embargo, algo me dice que en este pequeño mundo hay un pedacito de gloria para mí, aunque sea muy poquita cosa. Así que, de ante mano, me gustaría darle las gracias a todos los futuros lectores, ya sean muchos o pocos (o ninguno, quién sabe...). Me conformo con que me llaméis Dama Escriba por ahora. Tal vez, más adelante, revele algo más.

¿Por qué estoy aquí? Porque tengo historias que contar. Porque tengo sentimientos, y necesito que salgan a la luz, sea como sea. En este blog me gustaría subir relato cortos que he escrito, escribo, y escribiré... pero sobre todo, he creado esta página web con el propósito de algo más. Soy una persona que he vivido bastantes cosas, y bastante intensas... y conozco a gente igual a mí. Y con todo eso, pienso escribir una historia de amistad, amor, dolor, pero... sobre todo, autenticidad. Quiero hacer una historia auténtica; algo con lo que la gente que piense como yo se pueda sentir identificada.
Sé que habrá un sector importante de la población adolescente al que puede que no le guste mi forma de ver las cosas, pero al otro grupo, yo les digo que se animen y que sean auténticos. ¡Que no se dejen influir por los demás! ¡Que sean ellos mismos!

Supongo que eso es todo lo que quería decir antes de ponerme manos a la obra. Un saludo, y espero que mis relatos sean bien acogidos.